jueves, 24 de septiembre de 2020

Resiliente de Laura Alejandra Flórez Gómez

Su carácter retraído que ya no recordaba si era producto de su sufrimiento o de la recombinación genética, hacia que estar allí no fuese fácil, se le hacían incomprensibles las personas, las conversaciones, las aulas y los temas de clase haciéndola sentir como una espectadora de su propia experiencia incapaz de participar activamente en esos espacios y en ciertos momentos hasta invisible. Lejos estaba de imaginar que su paso por la universidad lograría menguar el dolor de las heridas que a su edad no tendría por qué tener. A pesar del miedo se sentía abriendo los ojos al mundo y liberándose de la carga de ser alguien en la vida porque ya estaba posando de serlo.

Sucedió que casi imperceptiblemente empezó a sentir esa energía extraña de ser observada, incluso cuando estaba en completa soledad, lo que la inquietaba ya que tenía una sensibilidad que desde niña le permitía predecir cosas sin entender cómo.

Él era difícil de ignorar, era de esos seres que tienen una magia de la que no se tiene claridad cuál es su origen, de su aspecto físico claramente no lo era. Pero brillaba, donde estuviera todos sabían quién era y más puntualmente cuales eran sus posesiones.

Por eso cuando supo que él estaba interesado en ella tuvo tanto de inesperado como de esclarecedor, no entendía como un ser como él se interesaba en alguien que no cumplía con los parámetros establecidos para adornarlo. Pero entendió las sensaciones que había estado percibiendo, su interés en ella se había dado en la intimidad de sus mentes, se habían ido conectando lentamente hasta construir un mundo paralelo que él usaba para contemplarla, desearla y amarla. Ella no sabía cómo había accedido a su mente sin que ella se lo hubiese permitido, pero ahí estuvo todo el tiempo y ahora no solo poseía su mente si no su cuerpo. Y su dolor cesó.

Desafortunadamente su conexión inusual no lograría derribar las barreras de lo terrenal, en su mente la amaba pero la vida real acarrea cierto peso que algunos no saben cargar, el deseo de alimentar su ego fue más fuerte que el profundo amor que le tenía. Y lo hizo destruyó su mundo común aun a costa de saber que jamás encontraría a otra persona con la que tuviera esta conexión espiritual. La otra era bella, tenía una belleza común, esa que

es fácil de admirar, y que adorna bien a cualquiera, aunque de lealtad no gozaba, ser su mejor amiga no iba a ser un impedimento para reafirmar su supremacía.

Y ella al principio pensó que había perdido, llorar no era su estilo, no lo había hecho ni cuando perdió a sus padres, acostumbraba reprimir sus sentimientos pero esto la superó, lloró y renegó de sí misma y cuando el dolor pasó entendió que había ganado, había ganado sanar las heridas que el amor curó, pero no el amor por otro si no el amor a si misma a través de otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario