martes, 1 de septiembre de 2020

Maria Antonia de Cristian Camilo Hidalgo García

Fue lunes. Cómo olvidarlo, las 7 pm por el campus iluminado, estudiantes en cada rincón de la universidad, un tinto en el bloque 44 De Lolita (no la de Vladimir Nabokov) y yo acompañado de M. la morena que conocí de casualidad merodeando la biblioteca con la excusa más pendeja de todas ‘- estoy perdido, ¿me puedes indicar dónde queda el bloque 43? -Si quieres vamos, yo voy para allá’. Así empezó todo. Un lunes, 7 pm y unas cuantas preguntas sobre lo que hacía, en qué semestre y qué le gustaba de esa carrera, que si la ingeniería biológica es más enfocada a la manipulación de genes, que si yo podría aplicar la estadística en su área, que incluso le ayudaría con unas materias si tenía problemas. Yo no recuerdo la ropa que llevaba puesta, siempre soy descomplicado, pero ¡tan raro! Me acuerdo perfectamente de su legis negro y el camibuso azul oscuro con botas negras, no sé en qué momento metí que me gustaba escribir poemas y mucho menos cómo terminé leyéndole algo reciente, uno que yo consideraba bueno, sobre un perro de mi barrio que quise bastante, creo que le pregunté, algo indiscreto, por su acento, que si era de Medellín o venía de otro lado, no sé si de Nariño o Caquetá. Había unas banquitas cerca al bloque 46 (¡Ya me acordé, iba para la oficina de un profesor pero estaba cerrado -Un lunes a las 7 pm-!) y allí nos sentamos a conversar un rato. Tomamos tinto De Lolita y quedamos en seguir conversando. Bus de caldas, bajarse en Itagüí y tomar otro bus. Llegar a casa y buscar en redes su nombre (M). No fue difícil. ¡Qué lunes tan jodido! Fue un día largo, pero terminó bien. Conocí a M, en la noche recité varias veces el poema ‘Espantapájaros’ de Oliverio Girondo, pero en vez de Maria Luisa decía M. y me imaginaba recitándolo en la biblioteca o el TAL, mejor saliendo por la portería mientras cogía el bus. Nunca lo dije completo, tal vez por lo desmemoriado que soy y los problemas que eso me trajo durante los parciales. Cómo olvidarlo, fue un lunes, hace ya unos añitos, y no sé por qué la memoria es tan volátil, venirme a acordar de los legis negros y el camibuso azul oscuro con botas negras, justo en esta sala de espera, ansioso de que en cualquier momento abra las puertas una enfermera y diga mi nombre y traiga entre los brazos a Maria Antonia, nuestra hija.

1 comentario: