sábado, 29 de agosto de 2020

Decanatura del lavado UN de Juan David Suaza Vasco

Dominio intrínseco en el arte del lavado. Botas de caucho, trapo rojo, camisa a cuadros, olor a cigarro y café. Más de 40 años en el campus, desde la época en que cabras y vacas estaban pastando libres en los prados que lindan con el cerro el volador. Cuando se podía disfrutar de un tamal campesino en una casa rural ubicada al interior de la universidad. El “pispo”, ese personaje de lengua larga que asemeja un Gene Simmons colombiano, de conversación gaga y amena, de sonrisa con caja-puente, con manos de aquel que ha trabajado arduamente con su físico. Se le observa en su continui modus operandi, mimetizado en el “arboretum” del campus, entre filas de cafetería buscando su café matutino y el primer cliente del día. Ahora es cada vez más complejo hallar su dosis de nicotina, pero el pispo se adapta como organismo modelo del “Origen de las Especies (C. Darwin)”, moviéndose entre las ventas clandestinas de cigarros de los estudiantes dedicados al rebusque, a la economía de combate. En los huecos de sus “prácticas” de lavado, el pispo se mete su pucho de tabaco en la boca para aguantar hasta 8 horas diarias haciendo su oficio de limpieza, en medio de ese espacio lleno de estudiantes y profesionales, profesores y administradores, visitantes y fantasmas. En la voz del pispo: “¡que más profe!”, “¡dotor, dotora! venga le dejo ese carro como una nave…”

Al final del día un grupo de docentes, investigadores, administradores y estudiantes reciben de sus manos las llaves de sus “naves”, piloteadas y puestas previamente en manos del decano del lavado, del “pispo”.

Y cuando el sol comienza a caer al occidente del valle del Aburrá, entre la comuna 13 y la comuna 8, una fila de carros relucientes sale de la U por la carrera 65, reflejando el sol de la eterna primavera en vidrios y espejos. Mientras tanto el pispo se pierde entre el ruido y el flujo de la calle Colombia, se desvanece en el smog, en el tiempo, mutando en un personaje eterno, inmortal para aquellos que en su memoria conservan recuerdos de su paso por el campus de la UN “El Volador”.



13 comentarios:

  1. Excelente historia!
    Me trasladó a otros tiempos!

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    1. Esa era una de las intenciones del cuento. El viaje a través de algunas décadas a través de un personaje. Gracias por su comentario!

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  2. Me encantó !!! No se me hizo difícil de comprender por lo que la disfrute

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    1. Muy importante tu apreciación. Un cuento de este tipo debe de ser capáz de ser leído y disfrutado por cualquier lector del campus. Desde el estudiante hasta el jardinero. Desde el docente hasta el personal de oficios varios. La universidad somos todos ellos y más. Gracias por tu comentario.

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  3. Hola. Me alera que te gustara. Muchas gracias por tu comentario.

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  4. Excelente,una translacion virtual en el tiempo, un gran recuerdo del paso por el Alma Mater

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  5. Buena historia Suaza, sabe a piso de ajedrez entre frutas y recuerdos con arengas inconformes como música de fondo y listos para el entreno de las 6 am.

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  6. Incleible como tus palabras nos transportan a momentos que ya se creían olvidados... GRACIAS

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