martes, 4 de agosto de 2020

UN OVNI de Andrés Otaya Burbano

Era una mañana maravillosa, el cielo estaba azul como el mar con el sol brillando en todo su esplendor, ese día sábado invitaba a hacer ejercicio al aire libre, así es que llamé a mi amigo Carlos y le propuse que fuéramos a trotar aprovechando el bello día. Luego del calentamiento respectivo comenzamos a trotar a eso de las nueve de la mañana, dirigiendo nuestro último recorrido hacia la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, para terminar finalmente el ejercicio dentro de sus instalaciones.

Acabamos nuestro entrenamiento a eso de las diez y media de la mañana, llegando a una de las plazoletas de la universidad, cerca del kiosco denominado “abejitas”, y como estábamos cansados decidimos reposar unos momentos acostados boca arriba cada uno en una banca del lugar, y cuál sería nuestra sorpresa al ver en el cielo totalmente despejado un ovni, no lo podíamos creer, pensábamos que eso sólo lo podíamos ver en la televisión, en la Internet, en las revistas, en los periódicos y no en vivo y en directo como lo estábamos presenciando.

El ovni estaba conformado por una nave en forma de regla, así rectangular, que se movía como un péndulo, la parte de arriba quieta y la parte de abajo en movimiento, estaba en posición vertical y emitía una luz blanca brillante en todo su cuerpo, a su lado habían ocho naves redondas, también bien brillantes, gracias a la luz blanca que emitían, ubicadas al lado derecho de la nave mayor, una detrás de la otra, y una más alta y las demás más bajas en orden descendente. La nave en forma de regla estaba pendulando y las naves redondas quietas. Así estuvieron aproximadamente como unos diez minutos, cuando de repente se empezaron a elevar en conjunto, la nave mayor siguiendo con el movimiento descrito, y las naves menores detrás de ella en orden y en fila oblicua. Nuestra vista las siguió hasta que desaparecieron de nuestro alcance, siempre brillando con una luz intensa y blanca.

Luego de que pasó el éxtasis de la visión charlamos con mi amigo y llegamos a la conclusión de que las naves vistas no eran de éste mundo, que eran un típico ovni sin una explicación determinada. A lo mejor correspondía a seres de otros planetas.

Por la noche mi amigo Carlos y yo estuvimos pendientes de los noticieros, de la Internet, para ver si alguien más había visto lo que vimos, y se pudieran conocer más detalles, pero lastimosamente al parecer nadie miró lo que nosotros observamos, y como en el preciso instante de nuestro avistamiento no llevábamos cámaras fotográficas o filmadoras, pues no pudimos registrar ese gran momento.

Desde ése día ni Carlos ni yo hemos vuelto a ver otro ovni, realmente esa fue una experiencia única que tal vez nunca más se volverá a repetir.

 

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