jueves, 13 de agosto de 2020

Mi Primera Vez de Ricardo Ramírez Naranjo

Al principio nos veíamos después de almuerzo y para ser franco me parecía muy aburrida. En el mejor de los casos su intensa palabrería me abrumaba, pero normalmente no conseguía otro efecto en mí que arrullarme. Su léxico es todo un tema, cuando se enamora de una palabra extravagantemente descomunal la usa y la reúsa hasta que su significado se pierde en los dominios de lo abstracto. Es incluso capaz de hacer lo mismo con algunas letras. Ante su cacatúesco discurso, que su apariencia sea tan hermosa como lo puede ser la naturaleza misma de las cosas me sirvió por aquel entonces para excusarme frente a mis familiares y amigos.

Con el tiempo dejó de importarme lo que pensaran los demás. Los años metabolizaron la atracción hasta convertirla en un cariño profundo, que se afianza más y más con cada nueva vez que repetimos la rutina de vernos para pequeñas reuniones de dos horitas. Es quizás por la nostalgia con la que se recuerda la primera vez, pero cuando lo pienso creo que lo que realmente me atrajo no fue su apariencia sino su energía. Incluso cuando me llevaba al borde del soponcio con su enredado ulular, incluso cuando me ahogaba entre el mar turbio de su dialéctica y aun cuando parecía traerme de nuevo a la vida solamente para confirmarme más muerto que nunca por sus palabras, con todo y eso, basta acercársele un poco para detectar la pasión que esconde detrás de una lógica que sólo es suya y de nadie más.

Ahora ya no me aburre, pero sigo sin entenderle ni una palabra.

Epílogo: 

<< La termodinámica es un tema divertido. La primera vez que pasas por la materia, no la entiendes del todo. La segunda vez, crees entenderla salvo por uno o dos pequeños puntos. La tercera vez estás completamente seguro de que no la entiendes, pero para entonces estás tan acostumbrado a eso que ya no te importa >>
 
Çengel y Boles, Thermodynamics: An engineering approach

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