martes, 18 de agosto de 2020

Campo tenue de Catalina Carrillo Guzman

Recuerdo cuando se ocultaba mi sombra entre la silueta de la madrugada, el camino de hormigas en el cemento moldeado, levantar la cabeza y ver las venas del cielo en forma de ramas.

Mi sombra junto con otras sombras recorremos este campo tenue, cansados, felices. Restregando nuestra forma como motín hacia estas montañas.

A las afueras hay bocas, formas individuales, simples sombras… señalando, ‘¿Cómo será físicamente?’, se dicen.
Pues mas allá de los pastizales y las rejas, la vista es de poco valor, delicada y sencilla.

En el corazón de este valle se delimitan las penumbras y la oscuridad, una oscuridad fabricada con sombras y orgullo, formas desconocidas, sombras que…

Sentados, esperan ver a Sueño a los ojos. 
Corren, para no ver el cuerpo de Desesperación. 
Abrazados, listos para la llegada de doña Muerte.

Tantas historias hay en esta negrura, de testigos esta el sol y la copa de los arboles. Historias vulgares, cómicas y privadas, contadas muchas veces e ignoradas en la madurez.

¿Lo recuerdas?

Nuestras voces hacen eco en esas bocas y parirán el viento que moverá las almas ajenas a este campo.

¿Lo recuerdas?

Arboles altos, caminos conectados y edificios vacios. 
La madrugada, el alba, los escalones y el ágora.

Lo recordamos.

Ahora es un campo deshabitado, denso, lleno de nada.

Las penumbras ya no dicen: ¿Cómo? ¿Dónde?
‘¿Quiénes?’, se preguntan. 

Recuerda.

Los recuerdos son solo eso, hasta que toda esa carne y anécdotas se unan a la memoria de los olvidados.

Recuerdos cultivados en el campo tenue.

Cheek Llarión

2 comentarios:

  1. Excelente forma de pasar de un escenario a otro, se te que tienes algo dentro, un fuego, qué quieres dejar salir por medio de la escritura.

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